Hace ya algunos días que tengo planificada una vuelta por Saturno. Quiero ir a ver a mi papá, de febrero que no lo veo, aunque hablamos bastante por teléfono siempre es necesario el apego.
Hasta hace dos días atrás que la principal razón para viajar era esa, pero con el transcurrir de las horas, poco a poco me he ido dando cuenta que en realidad lo que está sucediendo es que instintivamente ando buscando mi destino. Destino que no sé donde me irá a llevar, pero para algún lado será... y no me quiero saber nada más en este minuto.
No sé, tal vez puede ser una huida temporal para Saturno, pero nada se sabe aún.
Hoy mientras estaba en el terminal comprando el boleto de salida para mañana a las 12 horas, sentí una sensación demasiado extraña, de soledad absoluta como si por primera vez uno estuviese solo de verdad, sin nadie a quien conoscas, sin nadie a quien siquiera decir hola porque todos te parecen extraños e insaciablemente jotes, es asqueroso a veces, no sé. Raro igual, como que sentí ganas de vomitar, miraba para todos lados y hace tanto que no viajo que hasta perdí un poco la percepción de ese sentimiento de estar parada sola en un lugar frío y desconocido.
Sentí un asco tremendo, de ver la gente parada esperando un bus, de gente que fuma ansiosamente esperando, que compran periódicos de farándula, que siguen esperando hasta que de pronto sin más ni más ya no había nadie, ya se habían subido todos a algún bus que los llevaría a su destino final.
Ya no había mucha gente en el terminal y la sensación era más atróz, ahora si que estaba más sola ahi parada mirando, no me podía mover de los puros nervios de tener que comprar un pasaje mirando a la gente para mañana tener que irme a parar a ese mismo lugar de la misma forma en que están ellos. Lo único que podría distinguirme de ellos es que yo en vez de leer farándula llevaré el libro que quiero terminar ahora, esta semana. Se llama "El Perfume" y relata la histora de Jean Baptiste Grenouillie, un hombre desmoronado por la vida y explotado por quienes lo rodean. De pronto como que se apareció la imagen de Jean Baptiste cuando estaba allí, como si me indicara algo, persecución al 100 por ciento. Fue raro.
Pero en cuanto despavilé tomé bien firme mi cartera y prendí los motores para venirme a casa.
Al llegar me puse a hacer el trabajo de seguimiento accionario de la historia bursátil del mi banco favorito hasta que encontré por ahí unos apuntes que podrían servirme.
Ya parece que se me está pasando todo el maldito presajio benevolente que sentí en la tarde, ese mismo sentir de cuando viajaba al norte a ver a mi mami que trabajaba lejos, ese sentir de soledad cuando uno se va a los terminales. Waaa, fue atróz.... pero ya pasó.
Ahora me voy a alistar mis cosas mejor será.
martes, junio 03, 2008
A Saturno por el momento
Publicadas por Carla a la/s 5:34 p. m.
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