Alguna vez un hombre me llamó Margarita, tan solo mirando lo que soy por dentro. Me quiso, a pesar de todo lo que soy y además amó mis imperfecciones. Las dibujó para mí mil veces.
Vió mi yo interno... a la Carla que va por dentro, no la que lleva las corazas y escudos de guerra. Logró ver en mí una margarita... blanca, tierna, amable, docil, pura, conpemplativa, paciente, radiante, y quién sabe qué más.
Yo no lo ví sino hasta que lo perdí, tal como Aldonza y su señor Don Quijote.
Su paso por mi vida fue la mejor enseñanza que he tenido hasta ahora, un hombre que no fue más que un Don Qujite para mí.
Tal vez ya nadie me llamará así, y no quiero perder las esperanzas en que alguien más me puede ver como una Margarita... una margarita izquierda.
Más claro que esto no puede ser que...
Con fe lo imposible soñar
al mal combatir sin temor
triunfar sobre el miedo invencible
de pie soportar el dolor
Amar la pureza sin par
buscar la verdad del error
vivir con los brazos abiertos
creer en un mundo mejor
Es mi ideal
la estrella alcanzar
no importa cuan lejos
se pueda encontrar
luchar por el bien
sin dudar ni temer
y dispuesto al infierno afrontar si lo ordena el deber
Y yo se
que si logro ser fiel
a mi sueño ideal
estará mi alma en paz al llegar
de mi vida el final
Y será este mundo mejor
si hubo quien despreciando el dolor
combatió hasta el último aliento
Con fé a la estrella alcanzar.