Mientras caminaba al centro del Urano para devolver unos pantalones el Almacenes PorAhí, iba pensando en mi dedo caliente que no para de latir por una infección que se formó a raíz de tirarme un padastro. El dedo sigue caliente desde el viernes y no para de latir el desgraciado, más encima al primer golpecito con alguna cosa, salto en tremendo grito. Pero mientras avanzaba en mi caminata empecé a cachar que venía una "manada" de gente corriendo en dirección opuesta a la mía, lo que me hizo detenerme un segundo para cachar por qué webada era que venían corriendo deseperadamente. Me puse en un rinconcito que encontré justo justo a dos trancos más de donde me había detenido y caché que la gente venía arrancando de una persona que por su aspecto y comportamiento cualquiera diría que estaba loco. El hombre del que hablo venía todo desenmarañado y araposo, por su aspecto a como 200 metros de mí habría dicho que no se había aseado hace un año. Pero filo, a veces eso no importa. Yo me puse a pensar en la gente que venía corriendo. Y es que los seres humanos somos muy corrientes y nos negamos a la posibilidad de que alguien que está descontento con algo lo manifieste abiertamente y a luz pública echando chuchadas y manotazos, sin importar quién porquería se le cruce por delante.
Obviamente es una actitud que yo tampoco encontré natural, pero me pregunté por qué no es natural, si se supone que cuando uno se siente felíz, ríe o cuando se siente trsite llora, o cuando tiene rabia grita.... yapo!... grita y era eso justamente lo que hacía ese señor. La verdad nunca sabré si estaba loco o nó, porque muchas de las personas que viven en la calle no están locas y nó porque se vistan araposas hemos de encasillarlos en locura contemporánea del stress cotidiano que nos provoca el ritmo de vida al cual algunos no se pueden adaptar.
Bueno y en eso estaba pensando abstrída, hasta que ví al susodicho a 50 metros míos, ahora estaba mucho más cerca. Y me miró. Yo también lo miré. No sé qué me dió, pero como que me compadecí de todo su ser... y de mí también.
Y no me asustó su aspecto si no más bien su descontento, porque parecía estar triste. Incluso asocié su mirada a los animales del zoológico, porque como que viven ahí, pero en verdad ese no es su hábitat y les cuesta trabajo adaptarse. Lo mismo que a nuestra sociedad.
Y esta sociedad buta que es difícil de entenderla en verdad, pero es por una webada que nos complejizamos la mente tratando de ser felices, y la webada es que es más fácil y simple de lo que creemos.
¿Y el dedo caliente e infeccioso?
Bueno, en ese momento pasó a la historia, hay cosas mucho más importantes. Aunque todavía sigue infectado y duele, pero filo, ya pasará.
lunes, junio 23, 2008
El dedo caliente..... Muájajaja!
Publicadas por Carla a la/s 4:20 p. m.
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1 comentario:
Wow! Qué historia la tuya!
Al final el dedo infeccioso se te olvido. Bueno, cosa que te cures el dedo y eso pasará... en cambio nuestra sociedad es bien difícil que cambie, somos seres tan superficiales que no vemos el interior de ese señor. Él puede ser mejor que nosotros, pero como lo juzgamos por su exterior, no vemos la realidad.
Ojala que algún día este mundo cambie... aunque se trate de una utopia.
Saludos!
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