Me llama mucho la atención la gente, casi toda la gente, vivo mirando a la gente en su totalidad en abstracción mental hasta que algo muy simple o muy complejo de entender con un sólo vistazo me llama la atención. Hoy venía de dar un certámen, y por ende no tenía más clases así que aproveché para venirme de vuelta por un camino que no recorro siempre. Me despedí de los que estaban afuera de la U, y agarré camino hacia la Avenida Los Carrera a tomar mi única y fantástica nave espacial San Remo.
Esperando la micro caché a una mujer joven que fumaba, mientras que yo pensaba que puta que es temprano pa estar fumando, porque son las 9 y media de la mañana. Si hubiese sido yo, seguro llego con mareo y vómito a la casa. No conforme con el primer cigarrillo, la mujer saca otro y lo enciende. Ha pasado su buen rato y la San Remo no pasa. Pero no importa. Es temprano. Pensé.
En eso pensaba cuando a lo lejos se divisa una micro que parecía auto de novios con tanta cinta dieciochera que traía. Una dispuesta como ve corta amarrada del capot en la parte delantera, unas banderas de todos los tamaños que se movían rápidamente con la velocidad que traía la micro. Y yo pensaba, puta que linda la decoración dieciochera. Hago parar la micro, y venía vacía.
Agarro siempre un puesto de la ventana porque me gusta ir mirando a la gente, las perspectivas, los ambientes, los paisajes y el comportamiento extraño de todos nosotros... de todos nosotros, porque todos tenemos un comportamiento extraño para el otro. No sé si se capta lo que digo.
En eso venía cuando de pronto encontré el foco de mi objetivo matutino en mi observatorio mental. Se detuvo la micro en un paradero por muchísimo rato y justo frente a mi ventana había un señor vagabundo que se sostenía de un carro de supermercado desechado lleno de bolsas con quién sabe qué cosas, tal vez lo que yo comúnmente llamo cachureos, pero ya saben... el cachureo de unos, es el tesoro de otros. No lo sé en verdad no creo mucho en ese dicho, hay cachureos que efectivamente no sirven para nada.
Bueno la cosa es que así estaba el señor agarrado bien firme de su carro de supermercado repleto de bolsas sentado en un dispensario de bicicletas. Lo que más me llamó la atención del caballero era que reía. Reía con gran fluidez y naturalidad, casi a carcajadas. Yo miré a su alrededor para cachar qué lo hacía reír, porque entre paréntesis... a pesar que le faltaban unos dientes, tenía una sonrisa hermosa que incluso me contagiaba... como que me daban ganas de reír igual. Pero no había nadie, el señor conversaba con alguien invisible a mis ojos que supuestamente le contaba cosas graciosas porque el señor hablaba dos cosas (por lo que se veía) y luego seguía riendo con la misma fluidez y casi a carcajadas. Qué tremendo, yo igual sentía como ese dejo de alegría porque se veía muy bien riendo, se veía contento. Y puta que subetivo todo porque yo volví a mi casa con tremenda alegría, si me río sola a pesar que estoy cagá de miedo porque voy a viajar a Saturno en bus y muero de susto. Pero igual estoy feliz.
Pensé cuando ya me bajaba de la micro, que en los momentos más inesperados llega la alegría y generalmente de damos la espalda se han fijado? es como cuando pasamos un muy buen momento de alegría y complacencia y pensamos que algo negro, oscuro y virulento tendrá que suceder a cambio de ese momento de felicidad. Qué nerd pensamiento, como digo yo. Pero igual a veces pongo oído a cuando dicen ese frenético refrán luego de muchas risas y carcajadas en mi casa, después de la risa viene el llanto. Así que no se apuren tanto en reír.
He tenido muy buenos momentos después de todo en la vida, ahora mismo me estaba acordando de cuando era más niña y con mi abuelo me entretenía sacando caracoles del jardín y los poníamos en una bolsa de nylon que llevábamos al medio de la calle y nos sentábamos por ahí en un lugar cercano a esperar que pasara cualquier vehículo y que reventara la bolsa por completo. Jajaja, cuando eso sucedía nos reíamos a carcajadas de la niñería hecha y de tamaña explosión de caracoles que se provocaba, por poco y siempre nos alcanzaba baba de caracol reventado en los zapatos, y puedo recordar en este mismo instante y con toda claridad cómo es que mi abuelo me enseñó a reír de esas cosas... simples, divertidas, y graciosas como cualquier niñería. Tengo mucho que agradecerle a mi abuelo, creo que de toda mi familia era el que más se reía de todo, tomaba con humor las gracias y las desdichas... y eso creo que lo aprendí de él. Es obvio que toda las cosas tienen cierta gravedad, pero también tienen un lado bueno. Por ejemplo, asimismo como recuerdo que reía a carcajadas, así mismito es como debe estarse riendo hoy en día en el lugar que se encuentre fuera de este mundo terrenal por que su nieta mayor ya está terminando una carrera que a él le divertía mucho porque era la carrera de su siútica nuera, que nunca le cayó muy bien. Y a mí tampoco. Pero en fin.
Y así no más po, me voy a trabajar ahora. Y el miércoles agarro rumbo para Saturno. He tenido esa sensación de muerte honda por estos días, pero debe ser por mi madre que dice que siempre escojo malas fechas para viajar. Y qué? Digo yo. Tiqui tiqui tí no más y un viva Chile por estas fiestas patrias, que más que contenta por lo hecho, más feliz me pone el feriado, jeje.
Iaba Daba Doo !!!
lunes, septiembre 15, 2008
La felicidá ja ja ja já.... de sentir amó jo jo jo jó
Publicadas por Carla a la/s 10:46 a. m. 4 comentarios
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